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La visita a las fosas comunes del Cementerio de Alicante donde se encontrarían enterrados 22 aspenses fusilados en la Guerra Civil, deja un sabor agridulce. La primera que ha sido abierta, la número 36, ha mostrado la presencia de restos removidos y ningún cadáver completo. Según la coordinadora de la exhumación y directora del Museo Municipal de Aspe, María Berná, esto significa que “los restos se los han llevado. Claramente ha habido un movimiento de huesos, los hay, pero muy parcialmente, todo el cuerpo no está. Los huesos grandes no aparecen, por lo que la lógica dice que han abierto la fosa y han sacado muchísimos huesos. Esperamos que las pruebas de ADN puedan demostrar que algún represaliado estuvo ahí. No se sabe cómo, cúando ni dónde se los llevaron”.
Berná ha anunciado que la investigación para intentar encontrar la localización actual de los restos seguirá analizando los libros cementeriales para saber “si ahí consta algún movimiento de esos cuerpos”.
Los trabajos de exhumación se han realizado en dos fases, la primera de ellas en una cota de 0´90 metros, donde se encontraron pocos restos dispersos, y a 1´90-2´00 metros, donde se comprobó que no había conjunción anatómica entre ellos.
El alcalde de Aspe, Antonio Puerto, ha insistido en que el principal interés de estos trabajos es el de “dignificar a 22 aspenses que están enterrados en dos fosas y que, a pesar de que los resultados no están siendo del todo satisfactorios, no vamos a parar hasta comprobar si los restos encontrados corresponden a alguno de ellos. Daremos todos los pasos que tengamos que dar en virtud de la información que todavía se oculta, porque estamos en la labor de seguir democratizando, generando transparencia y dignificando a las personas que estuvieron aquí represaliadas y a sus familiares”.
Por su parte, la consellera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, Rosa Pérez Garijo, ha destacado la emotividad de esta visita en la que convergen dos intereses, el personal y el democrático “no se puede construir una democracia como la que nosotros hemos ido construyendo, sobre los pilares de nuestras fosas comunes. En los trabajos de memoria se llega tarde, esto es algo que se debería haber hecho hace muchos años”
Y para quienes esta mañana ha sido especialmente dura ha sido para los familiares que, por primera vez, visitaban y conocían in situ las peculiaridades de los trabajos que se estaban realizando. Uno de ellos, Francisco Acolea, no disimulaba la decepción pero se mostraba esperanzado en la apertura de la segunda fosa “nos esperábamos algo más, que aparecieran los cuerpos y habrá que saber qué ha pasado con ellos. Esperamos que con la documentación de las oficinas del cementerio se aclarare algo más. Mi abuela decía que estaban enterrados a un metro de profundidad,, así que cuando vimos que excavaban y no salía nada a ese nivel me extrañó mucho”
La próxima semana se abrirá la segunda fosa a estudio, la número 20, donde , al parecer, los restos pudieron ser depositados en cajas, lo que facilitaría las tareas de identificación.