Según indica el sindicato agrario ASAJA, las intensas lluvias que ha registrado la provincia de Alicante durante este invierno han sido espectacularmente beneficiosas para el cultivo de la uva, que llevaba tres años de acuciante sequía, lo que había provocado de forma globalizada un descenso de producción, merma de calibres y desgaste de calidad en nuestras frutas y hortalizas. Las precipitaciones que se registraron en el mes de noviembre, sumadas a las copiosas lluvias del temporal de diciembre, al intenso frío del mes de enero y a las últimas precipitaciones de mediados de marzo, han supuesto una verdadera tabla de salvación.
Las primeras brotaciones ya han empezado a producirse con el inicio de la primavera y los productores han podido observar como las raíces presentan mejorías sustanciales con respecto a cosechas anteriores y se encuentran limpias de salinidad. Por ello, vaticinan un incremento de la cosecha con respecto al 2016 de entre un 15% y un 20% en las variedades tempranas como la Victoria, la Red Globe y la Ideal. Aunque confían en que este aumento se extienda al resto de variedades, como ya se anticipa gracias al buen estado y color de las yemas de las viñas. “A pesar de que las lluvias de diciembre mermaron aún más la producción de la Aledo, ya que cuando cayeron más del 50% de esta variedad todavía estaba por recoger, el balance global de las precipitaciones es positivo, porque ha conseguido reavivar las cepas, que estaban seriamente castigadas por la sequía. Además, esta agua ha vuelto a regar todas las plantaciones generosamente con agua de calidad, limpiando de salinidad las raíces, lo que se traducirá en un aumento de sabor y calidad considerables en la cosecha del 2017”, asegura Pedro Rubira, presidente de Jóvenes Agricultores ASAJA Novelda.
Por otro lado, ASAJA no cesa en su lucha por conseguir una rebaja permanente para este cultivo conjunto en los siete pueblos del Medio Vinalopó donde se ampara la Denominación de Origen. Y es que, como señala la tabla sobre los índices de IRPF, el índice general del módulo para la uva de mesa es de 0,42, a pesar de que, excepcionalmente, en los últimos años se está consiguiendo, a través de la mesa de negociación de ASAJA y el Ministerio, una reducción que lo establece en el 0,32. “Lo que solicitamos desde ASAJA Alicante es la rebaja permanente y que se establezca un índice por debajo del 0,22 a todos los pueblos del Medio Vinalopó, dado que no entendemos por qué no se tienen en cuenta todos los costes que se elevan por ser un cultivo muy artesanal y con tanta necesidad de mano de obra y nos preguntamos por qué otros cultivos más mecanizados, como los cítricos, están menos gravados. Nuestra organización va a iniciar los trabajos de análisis y justificación para elevar una petición de la mano de la GVA para solicitar una actualización de índices y la rebaja permanente y definitiva de cara al 2018”, aclara Rubira que, además, asegura que “es inaceptable que en los últimos 20 años los costes de producción hayan aumentado un 70% y la uva siga vendiéndose al mismo precio y el Ministerio no lo contemple, como mínimo, con un índice menor”.
Cabe recordar que los datos de la campaña de uva de mesa embolsada del Vinalopó del 2016 no fueron demasiado positivos. La producción de la tradicional uva de mesa, incluyendo las variedades más representativas y, teniendo en cuenta tanto la amparada en el Consejo Regulador de Denominación de Origen como la que no y el conjunto provincial, alcanzó en el 2016 los 65 millones de kilos. La principal zona productora, el Medio Vinalopó, aportó alrededor de 56 millones, todo ello, teniendo en cuenta la merma de producción generalizada de alrededor de un 35%, que se produjo con respecto a la del 2015. Los principales factores que provocaron este descenso fueron la extrema sequía que sufrimos desde hace tres años, que provocó la deshidratación y el estresado de algunas cepas; los golpes de calor del mes de septiembre; los vientos de levante; y la gota fría de diciembre, elementos que contribuyeron a que la campaña pasada fuera muy irregular en cuanto a calidades en una misma cepa o parcela y se incrementaran los costes en más de 35% en campo y un 50% en almacén para la selección y envasado de la uva.
Los precios tampoco fueron los esperados. Por variedades, cabe señalar que las tempranas y de media estación, como la Red Globe, se pagaron en campo entre 0,55-0,60 céntimos el kilo en agosto, a pesar de que en septiembre bajó el precio y se pagaron entre 0,40-0,50 céntimos el kilo. En cuanto a la variedad Doña María, hay que destacar el mal cuaje ocasionado por vientos levante de mayo y junio y los golpes calor registrados en septiembre, lo que provocó que su calidad y su venta fuera muy irregular, situándose el precio entre los 0,30-0,40 céntimos el kilo en campo. La variedad tardía Aledo también se caracterizó por la irregularidad en calidad y precio. Los problemas de cuaje y la afección del hongo Oídeo, provocaron que se tuvieran que manipular las viñas antes de tiempo. Por estos motivos las compras en campo comenzaron a la baja, pero, afortunadamente, el precio fue subiendo paulatinamente provocado por la menor producción y la fuerte demanda, con lo que en los últimos meses de año el agricultor estaba percibiendo entre 0,60-0,80 céntimos el kilo. Aun así, en diciembre, muchos supermercados la utilizaron como producto reclamo, llegando a venderla por debajo de los costes de producción, a 1,69 céntimos el kilo.