#Aspe: Excavación arqueológica del asentamiento bajomedieval del Durdur
Descubren una vivienda y materiales entre los siglos XII y XVII
En los próximos días concluirán las tareas de excavación arqueológica en el asentamiento medieval del Durdur, en Aspe, descubierto el pasado mes de febrero durante las obras de renovación del colector general de la calle Luis Calatayud, junto al río Tarafa. La actuación, que ha sido promovida por el Ayuntamiento de Aspe y dirigida por los arqueólogos Felipe Mejías López y José Ramón Ortega Pérez, ha exhumado los restos de lo que parece ser parte de una vivienda de grandes dimensiones; en ella destacan diferentes estancias pavimentadas con baldosas cerámicas decoradas, junto a las que se encuentran varios espacios que podrían haberse destinado a actividades artesanales.
La excavación está ofreciendo un abundante repertorio de materiales. Pese a no haberse iniciado todavía los trabajos de laboratorio, las conclusiones preliminares apuntan a un contexto cronológico bajomedieval muy homogéneo que se iniciaría a mediados del siglo XV y se prolongaría hasta finales del siglo XVI o principios del XVII, cuando tras la expulsión de los moriscos el lugar quedaría despoblado. El asentamiento ha proporcionado también una interesante muestra de material cerámico de la segunda mitad del siglo XII-primera mitad del siglo XIII, incluyendo fragmentos de ataifores y jarritas decoradas con esgrafiados sobre manganeso, lo que indicaría la existencia de una alquería cercana del periodo almohade.
Entre las estructuras de las estancias, originalmente levantadas con muros de tapial y mampostería y cubiertas con teja curva, han aparecido diferentes objetos propios de la vida cotidiana de una familia mudéjar: dedales y agujas, pasadores de bronce para capa, cuchillos, hachas, pulseras de vidrio o monedas. En cualquier caso, sorprende la cantidad y variedad de formas cerámicas exhumadas, incluyendo piezas casi completas: platos, escudillas y cuencos de lozas valencianas y murcianas; importaciones italianas (jaspeadas de Pisa, Montelupo o Beretino); o lebrillos, cántaros, copas y jarritas decoradas con motivos pintados en manganeso de tradición islámica, muchas de ellas paterneras pero también otras que podrían proceder de alfares mudéjares locales o comarcales. La aparición durante la excavación de numerosos atifles (pequeños trípodes utilizados para separar las piezas cerámicas durante su proceso de cocción y evitar de esta manera que se peguen entre sí) refuerza la posibilidad de que se desarrollase una actividad alfarera en este lugar durante el periodo bajomedieval, algo que la documentación histórica venía apuntando y que podría confirmarse en los próximos días cuando los arqueólogos terminen de excavar dos estructuras que parecen pertenecer a hornos de cocer cerámica.