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#Aspe: Un aspense atrapado en uno de los trenes parados por el apagón

El periodista deportivo Miguel Ángel Barberá era uno de los pasajeros del Euromed que iba de Alicante a Barcelona y que se quedó sin fluido eléctrico a la altura de Oropesa del Mar

Poco podía imaginar el periodista deportivo aspense Miguel Ángel Barberá que el Euromed que tenía que llevarle de la estación de Alicante a la de Sants, en Barcelona, nunca llegaría a su destino. Él y 600 pasajeros más quedaron varados en la vía en algún punto kilométrico entre Cabanes y Oropesa del Mar. Sin luz, sin comida, que pronto se acabó, sin teléfono y, lo peor de todo, sin ningún tipo de información oficial sobre lo que estaba pasando, “se paró el tren y nos informaron de que iba a ser una parada por falta de fluido eléctrico y que esperaban que se repusiera pronto el servicio. A los 10 minutos nos volvieron a informar de que parecía que iba a ser un poco más  largo, y ya nos notificaron que había habido un apagón a nivel nacional, en el sur de Francia, que íbamos a estar parados, en el sitio, una hora más aproximadamente. Abrieron las puertas del tren, decidimos bajarnos, porque dentro  ya empezaba a subir la temperatura y a hacer calor, no corría el aire”

En plena incertidumbre el consuelo ajeno se convertía en necesidad. Personas mayores, niños, viajeros que lo hacían en solitario buscaron la mejor manera de pasar el tiempo mientras esperaban una solución para ellos, “la verdad es que todo el mundo hizo grupos porque muchos viajeros viajábamos solos. Hicimos grupitos para poder hablar, conversar  y estar un poco animados y entretenidos. Y eso también ha facilitado que la gente estuviera bien, tranquila y sin altercados ni nervios.  Es verdad que el maquinista, el interventor y las azafatas en todo momento estuvieron muy atentos de todos, de lo nos hacían falta”.

Mención especial para la Guardia Civil, que costearon de su propio bolsillo la poca comida que pudieron conseguir para los pasajeros del tren “ellos han sido los que en un principio nos suministraron agua, gestionaron la apertura  de un salón de bodas y banquetes que estaba cerrado.  Contactaron con los dueños para que nos lo abrieran y así poder utilizar los servicios.  La verdad es que lo primero y lo único que cenamos fueron alimentos que compraron los propios guardias civiles. Se fueron a un supermercado y una panadería y trajeron  magdalenas y rollos. La Cruz Roja llegó a las tres y media de la mañana con mantas, caldo y un chocolate caliente”

La intrahistoria de esta aventura es que siempre hay que sacar lo mejor de cada situación que nos toca vivir y,  por encima de todo, la importancia de las pequeñas cosas “lo difícil que fue la falta de comunicación con los seres queridos,  eso es lo que más echaba la gente en falta, poder comunicarse con los familiares y las personas que quieres”.

Miguel Ángel conseguía esta mañana poder ser recogido por un compañero de trabajo que le ha traído de vuelta a Aspe con “una aventura más que contar”.

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